viernes, mayo 29, 2009

Highlands

El jueves salimos en tren hacia Inverness, capital de las Highlands. Para ese entonces ya habían llegado los compañeros de viaje, del grupo de alumnos de inglés de Nuri. Al llegar, no paseamos mucho, entre la lluvia y que no hay tampoco mucho en particular por ver. Es que a las Highlands no se va a ver ciudad sino la naturaleza. Nos alojamos en casa de un ex profesor del grupo, escocés, David, que vive con la esposa alemana en Forres, segundo pueblo yendo hacia el este de Inverness, que la verdad nos recibieron de diez.



El viernes salimos a quemar rutas con auto, con la idea de llegar hasta la costa oeste, la más deshabitada. La primera parada que hicimos fue en las Rogie Falls, donde bajamos por un camino boscoso y cruzamos un puente colgante hasta llegar a la cascada. Al lado tiene construida una especie de rampa para salmones, aunque no vimos ninguno.



Seguimos por la ruta, bordeando lagos y cerros atravesando Escocia, hasta llegar a la playa de Gairloch, donde bajamos por la roca para caminar un poco por la playa. De ahí seguimos otro poco hasta la playa de Little Gruinard, con grandes dunas y una pequeña isla (que se transforma en península, según la marea). Al ver que David se metía en el mar no resistí la tentación, y no teniendo malla, me metí en calzoncillos. La verdad que para estar tan al norte (llegando casi a los 58°, es incluso más arriba que Moscú), el agua no estaba tan fría. Incluso creo que estaba más fría en el Bodensee (aunque eso fue en abril), así que más o menos experimenté que lo de la Corriente del Golfo no es tanto verso.





Después del refresco en el agua seguimos hasta Ullapool, que con sus apenas 1300 habitantes es el pueblo más grande de el noroeste escocés. Hay un puerto desde el que salen varios ferries, más algunas barcas de pescadores. Frente al mar hay varios negocios y pubs, pero son un par de cuadras nomás. Allá hicimos un almuerzo tardío, ya pasadas las 4 de la tarde.


Seguimos otro poco hacia el norte. Paramos en las ruinas del castillo de Ardvreck, en Loch Assynt, con linda luz de medio atardecer, y al borde de otro de los innumerables lagos. La última parada (se me escapa un poco en la foto) fue cerca Laxford Bridge, donde subimos un poco un cerro hasta contemplar la vista al lago vecino, Loch Stack.




El sábado salimos también con el auto pero dando una vuelta más tranquila y modesta por los alrededores de Forres. Visitamos primero la playa de Findhorn. Por la mañana la marea estaba alta con lo que apenas había playa. Seguimos después hasta el vecino pueblo de pescadores Burghead, desde se puede ver el mar hacia todos lados.



Entrando luego hacia el sur paramos sobre el rio Findhorn en una zona encajonada, donde está el llamado “Randolph’s leap”. Según dice la historia, un tipo (curiosamente, no el tal Randolph, sino uno que precisamente huía de aquél, Alistair), corriendo por su vida pegó el salto en un punto que, aunque relativamente estrecho, no da para imitar sin riesgo de partirse el cuello. Nos entretuvimos bastante, el lugar era fotogénico, entre otras hicimos una foto ““artística””, siguiendo los parámetros de Cartman para tener una buena tapa de CD de banda de rock cristiano.




Después de un almuerzo ligero al paso seguimos hasta las ruinas del castillo de Lochindorb. El castillo está en una isla en el medio del lago. Para ese entonces estaba bastante nublado y ventoso.



Paramos en otro puente sobre el río Findhorn, cerca de Dulsie, y de ahí volvimos hacia la playa, donde la marea baja había dejado lugar a cientos de metros de playa. Aunque no del todo caminables, nos adentramos bastante por tratar de ver de cerca de una colonia de focas, que al final estaban más lejos y no pudimos alcanzar. Pero eso no restó mucho al paseo. Con nubes de atardecer tormentoso me dediqué a sacar varias fotos. Llegamos a tiempo al auto antes de que se largara el chaparrón.



Eso fue ya lo último pues el domingo salimos temprano para volver ya a Edinburgh. Fue un viaje muy lindo, como dice Nuri, el lugar es muy patagónico, cuesta creer que uno está en Las Europas.

martes, mayo 26, 2009

National Galleries of Scotland

Sin mucho preámbulo, los dejo con algunos de los cuadros que más me gustaron de los distintos museos de Edinburgh (todos gratuitos, bien por los muchachos!)

National Gallery of Scotland

Hendrick Avercamp
Winter Landscape
[1630]


Sir David Wilkie
Distraining for Rent
[1815]


Edgar Degas
Diego Martelli
[1879]


Paul Gaugin
Three Tahitians
[1899]


John Bellany
My Father
[1966]


Scottish National Gallery of Modern Art

Natalya Goncharova
Rabbi with Cat
[1912]


Oskar Kokoschka
Portrait as Degenerate Artist
[1937]


Max Beckmann
Apollo (Dream in a Cave)
[1942]


Damien Hirst
Away From the Flock
[1994]


Dean Gallery

Yves Tanguy
Le Ruban des Excès
[1932]


Salvador Dalí
Le Signal de l'Angoisse
[1932]


René Magritte
Le Drapeau Noir
[1937]


Eduardo Paolozzi
Vulcan
[1999]

lunes, mayo 25, 2009

Edinburgh

Llegamos ayer de una semana de paseo por Escocia. Esta vez no hice ningún post en el camino así que ahora tratare de ponerme al dia.

Llegamos a Edinburgh el lunes pasado por la tarde. La fuerte lluvia que se largó apenas comenzamos a pasear por la ciudad me hizo temer lo peor, pero fue breve y a partir de ahi fue más que aceptable. Almorzamos en un pub cerca del hotel, el Conan Doyle, donde se comía bueno y barato fish and chips y las más escocesas haggis, tatties and neeps (una especie de morcilla con papas y nabos). Nos gustó y luego repetiríamos alguna otra comida allá.

Dimos una primera vuelta de reconocimiento. La ciudad es patrimonio de la humanidad, tanto la parte vieja como la ciudad nueva, que fue uno de los proyectos pioneros en europa de ampliaciones planificadas de una ciudad. Entramos en la National Gallery of Scotland, que se encuentra en los jardines que separan la zona vieja de la nueva. Los jardines (Princes Street Gardens) son bastante bajos, porque antiguamente era un lago, el Nor' Loch, que dragaron justamente durante la ampliación (que por lo que dicen estaba muy contaminado). Así, lo que lo más conveniente para cruzar de una a otra parte, es ir por alguno de los puentes.



La zona vieja es linda para pasear, sobre todo la calle central (High street), llena de comercios y bares, sube por la colina que culmina en el Edinburgh Castle. Allí termina abruptamente la colina en un acantilado, con vista impresionante sobre el resto de la ciudad.




Al castillo entramos el martes por la tarde (por la mañana fuimos al duo de museos de arte moderno). De camino, desde abajo, nos sorprendió que había muchisima gente. Luego escuchamos por que, a la una exactamente sonó un cañonazo, el one o'clock gun, que según Nuri me contó es famoso. El edificio más antiguo que se conserva es del siglo XII, la St Margaret Chapel. Vimos las joyas de la corona escocesa, y nos enteramos un poco más de los vericuetos que llevaron a la unificación con la corona inglesa en el siglo XVII. Al salir del castillo dimos alguna vuelta (yo como siempre aproveché para hurgar librerías), y escuchamos algunas historias de fantasmas en el Mary King's Close (ese relato se lo dejo para Nuri, que confío hará su reseña).



El miércoles fuimos al Museo de historia de Escocia, situado en un edificio moderno e interesante pero bastante poco funcional en distribución, lo que sumado a una pobre señalización hacia de un recorrido ordenado una misión imposible. De todos modos el contenido era bueno y pasamos un buen rato. Almorzamos en una iglesia reconvertida en restaurante, The Lot en la plaza Grassmarket, al pie del castillo. Por la tarde bajamos hasta el principio de High Street, donde no pudimos entrar al Palacio real de Holyrood, tal vez porque estuviera la reina (es el que usa la corona británica hoy en día). Donde sí pudimos entrar es en el interesante Parlamento Escocés, del arquitecto catalán Enric Miralles (entramos brevemente mientras estaban en sesión). Escocia logró en 1999 volver a tener un parlamento propio.





Por la tarde hicimos merienda en un salón de té y descansamos un poco, preparándonos para el viaje hacia el norte.

miércoles, mayo 13, 2009

Imágenes del Universo (III- La geometría del cosmos)




Hacia el siglo 3 aC el desarrollo astronómico se traslado principalmente a Egipto, centrándose en la relación entre los planetas y la Tierra. Observadores como Hiparco y Ptolomeo utilizaron instrumentos cada vez más sofisticados para registrar datos y posiciones estelares, que podían luego analizar con nuevas herramientas matemáticas y geométricas.

Con Roma conquistando el Mediterráneo, se incrementó el peso mitológico de los astros , pero seguían siendo fuente de ubicación para marineros, para planear las cosechas, etc.

Gaius Julius Hyginus, en el siglo I dC, compuso su Poeticon Astronomicon con el objetivo de aggiornar el Phænomena de Aratus. Los capítulos de mitología resultaron especialmente populares. Se pueden ver muchas de las historias en los frescos de Pompei.

Gaius Julius Hyginus, siglo I dC
Poeticon Astronomicon, copia del s XV, Florencia
Sagitario y Capricornio


Apolo-Helios con esfera, siglo I dC, Pompei


Europa cabalgando el toro, siglo I dC, Pompei


En el siglo II dC Ptolomeo, trabajando desde Alejandría, termino de establecer los mecanismos celestes del modelo que explicaba el cosmos considerando a la Tierra como inmóvil en el centro del Universo y el Sol orbitando a su alrededor. Esta visión persistió hasta el s XVI.

Elaboró entonces un gran compendio astronómico, conocido como Almagesto (nombre que viene de su traducción en árabe, ya que por esa vía llegó hasta nuestros días).
En el Almagesto Ptolomeo describe la esfera celeste, sus movimientos, y fenómenos como los eclipses. También se convirtió en el catálogo de estrellas de referencia con datos de más de 1000 de ellas.

Claudius Ptolemaeus, s II dC
Almagesto, copia del s XIV, Florencia
Descripción de epicilos y excéntricas.

martes, mayo 12, 2009

Freilandmuseum

El domingo salimos a dar una vuelta por el Hohenloher Freilandmuseum, cerca de Schwäbisch Hall.

El detonante en particular, fue que este fin de semana había además en el lugar un mercado de quesos, Käsemarkt. Con lo cual estaba lleno de stands, de donde ir picoteando múltiples tipos de quesos. No soy experto pero muchos me gustaron, hasta me anime con los roquefortianos, que por degustar estaban bien.





El museo en si esta bien, aunque los quesos ayudaron a que la visita valiera la pena. En el lugar hay varias casas antiguas donde transportaron especialmente varios edificios antiguos de toda la región. Todas bastante bien conservadas y ambientadas en diferentes épocas, más o menos remotas. Aunque también con variedad "social", con casas más ricachonas y otras mucho más sencillas. Con el toque adicional de un poco de historia familiar real de cada una.




Algunas de las casas actúan también como negocios de artículos artesanales tradicionales, otros como restaurant, pero la mayor parte son de exposición museística propiamente.

martes, mayo 05, 2009

Crónicas Marcianas

Ray Bradbury
Crónicas Marcianas
[1950]



Crónicas Marcianas es todo menos un canto a la vida. Los ásperos terrenos de Marte son el escenario en el que se repiten viejos vicios de la civilización (colonización y exterminio) y donde se avanzan los nuevos (guerra atómica). El libro esta estructurado como relatos independientes que sin embargo relatan en su conjunto una historia mayor. Algunos incluso personajes reaparecen en historias posteriores, pero la unidad es siempre el cuento.

Bradbury imagina en Marte una civiliazión humanoide con habilidades telepáticas, a través de las cuales genera interesantes juegos en los primeros cuentos, en los que llegan las primeras expediciones tripuladas al planeta. Siempre hay un elemento de peligro, de inestabilidad, de delirio, y eso es lo que hace los cuentos interesantes.

Acá algunos de los cuentos que más me gustaron

La tercera expedición (Abril del 2000)

Le temblaban las manos bajo las mantas. Tenía el cuerpo helado. De pronto la teoría no fue una teoría. De pronto sintió miedo.

Aunque siga brillando la luna (Junio de 2001)

Spender vio que una tenue nube de polvo se levantaba en distintos lugares del valle. La persecución había comenzado. Dejó a un lado el fino libro de plata que estaba leyendo [...] Era una obra de filosofía, de por lo menos diez mil años de antigüedad, que había encontrado en un pueblo marciano del valle. Abandonaba el libro de mala gana.


Un camino a través del aire (Junio de 2003)

-Te dejaré ir cuando yo quiera. [...] Ya lo sabes. Quieres viajar, ¿no es cierto? Muy bien, señor camino a través del aire, ¡largo para casa!, ¡y a trabajar hasta que me pagues los cincuenta dólares! ¡Te llevará dos meses!
-Pero si me quedo a trabajar perderé el cohete, señor.
Tecce puso una cara triste.
-¿No es una lástima?


El Marciano (Septiembre de 2005)

La Farge se inclinó hacia su hijo y le preguntó confidencialmente:
-¿Cuántos años tienes, hijo?
-¿No lo sabes? Catorce, por supuesto.
-¿Quién eres,
realmente? No puedes ser Tom, pero eres alguien. ¿Quién?
El chico, atemorizado, se llevó las manos a la cara.
-¡No me lo preguntes!